

LOS FANTASMAS DEL EDIFICIO XIFRÉ
“Mi compañero me dejó solo, estaba claro que fue por el miedo que sentía. Yo no lo supe en ese momento, solo un rato después me di cuenta, cuando ante mí tuve a aquella presencia fantasmal… Aquellos zapatos antiguos como de otra época, aquellos pantalones de lana y aquella levita tres cuartos… en tan buen estado, pero sumamente antiguos, ¡aquel hombre parecía haber salido de un museo! Oiga, le pregunté, ¿no sabe que no puede estar aquí? Mi razón me decía que aquello no tenía lógica. Me quedé inmóvil a la espera de escuchar algo, pero lo peor es que, ¡al hacerlo observé que aquello no respiraba!”

El edificio pertenece hoy al ayuntamiento de Arenys de Mar tras ser donado por su propietario original. Situado en un alto rodeado por bellos jardines, su arquitectura, con forma cuadricónica y cánones del neoclásico, refleja la estética con la que la burguesía de mediados del siglo XIX dotaba a sus construcciones. Fue concluido en 1848 para albergar un hospital y, tras utilizarse para muchos menesteres, hoy día acoge algunas oficinas municipales.

Desde su inauguración la edificación, de largos pasillos y altos techos, no sólo cobijó el trabajo burocrático de personas cercanas a la municipalidad, sino quecomenzaron a producirse hechos extraños que no daban pista alguna de la causa que los producía. Maribel Illescas, Regidora de Igualdad del Ayuntamiento, manifestó que en cierta ocasión se dirigió sola después de una reunión hacia uno de los extremos del pasillo de la primera planta del edificio para guardar unas cosas. Pese a estar las luces apagadas consiguió introducir la llave en la cerradura pero no consiguió girarla. De repente, oyó a escasos centímetros de ella unos golpes que le recordaron el chocar de las ramas de los árboles contra las ventanas, cuando eso era imposible, ya que no había árboles cerca de éstas. Desconociendo su procedencia empezó a ponerse nerviosa y llamó a gritos a sus compañeras. Pero no la oyeron. Probó nuevamente con la llave y, de pronto, ésta giró y la puerta quedó cerrada, bajando las escaleras rápidamente para salir del edificio.
Un suceso parecido aconteció a Germán Soleres, Técnico Sanitario: “Me dirigía a la base situada en la primera planta con la llave en la mano disponiéndome a abrir la puerta, cuando ésta pareció abrirse sola, sin necesidad de introducirla… Otro de los acontecimientos que nos ocurren frecuentemente a mis compañeros y a mí es que al bajar las escaleras notamos un cambio brusco de temperatura y como si ese intenso frío me traspasara”.

Pero éstas no son las únicas personas que dicen haber vivido sucesos extraños entre las paredes de este edificio centenario. Varias trabajadoras que pasan largas horas solas haciendo labores en su interior también han sido testigos en primera persona: “Fui a abrir la puerta principal del edificio, eran las siete y treinta de la mañana, no había nadie dentro, cuando al abrirla sentí unos murmullos muy extraños que inundaban toda la entrada, además de un olor desagradable. No tuve valor de entrar, así que cerré y fui a buscar a un agente de policía para que me acompañara, al abrir de nuevo la puerta aquél olor y los murmullos habían desaparecido”.
Y es que lo que vivió esta trabajadora tampoco fue algo aislado. En otra ocasión se dispuso a bajar a la capilla del edificio para depositar unas flores por una festividad anual de la población, y cuando abrió la puerta pudo observar dos sombras que se cruzaban dentro de la capilla. Se asustó tanto que cerró la puerta y salió corriendo.
Sombras por los pasillos, llantos de niñas, puertas y luces que se abren y se cierran solas, ruidos inexplicables, olores extraños, apariciones… Son muchas personas las que aseguran que en el interior de las paredes se esconde algo que se manifiesta esporádicamente, sin razón aparente alguna, que parece no buscar el desasosiego de los moradores, pero que consigue que su miedo aflore cuando se enfrentan a ellos.


UN ENIGMA POR RESOLVER
Aún recuerdo la mañana en la que la compañera Marta Embid (investigadora del programa de radio Los misterios nos miran) me llamó por teléfono para hablarme de este insólito caso. Una investigación que había realizado en 2010 a raíz de conocer a Carlos Alberto Rodríguez y que, por casualidades del destino, había guardado durante mucho tiempo en un cajón. ¡No podía creerlo! Cuatro años después, esta historia parecía escoger un momento ideal para ser desvelada al público de la Nave del Misterio. Por ello, decidimos actuar con rapidez y tan sólo tuvieron que pasar un par de días para que Marcos Macarro, Clara Tahoces, Manuel Martín Loeches y yo viajáramos hasta Arenys de Mar (Barcelona) y fijáramos un punto de encuentro con Marta y el resto de los participantes.


El caso terminó pronto por ganarse todo nuestro interés. Cada hueco de este recóndito edificio nos sorprendía: su imponente fachada, sus largos pasillos, la capilla y sus sinuosas escaleras que dirigían a la cripta, el búnker… Todo parecía estar sacado de una gran novela de terror. Sin embargo, era real y nuestros ojos estaban siendo testigos directos del recorrido que algunos responsables del edificio nos estaban haciendo por las estancias donde habían tenido lugar algunos de estos particulares encuentros.
Y es que son muchas las escenas de aquella noche que se han quedado grabadas para siempre en la memoria de los miembros de este equipo. Nuestras caras de asombro lo denotaban pero, sobre todo, la confusión e incredulidad que se generaron durante la realización de la posterior investigación. Una nueva fase que nos deparó muchas sorpresas y que a algunos nos enfrentó a nuestros propios miedos.
PRIMERA ETAPA DE LA INVESTIGACIÓN: LA CALMA
La noche fue asomándose poco a poco en Arenys de Mar. Todos los allí presentes estábamos entusiasmados con la idea de organizar los últimos detalles e iniciar las pruebas que formarían parte del reportaje. Clara, Manuel, Marta, Carlos y yo debatíamos sobre los lugares ideales para realizar algunos aislamientos y, sobre todo, colocar las grabadoras por si podíamos captar algún sonido o extraña voz.
Carlos fue el primero y el entorno elegido, la tercera planta del viejo edificio. Un espacio totalmente diáfano y neutral para él donde Manuel vigilaría algunas de sus variables (conductancia de la piel, temperatura y respiración) a través de un polígrafo. Nuestro testigo se quedaría allí solo, durante más de media hora, teniendo un único canal de comunicación con el exterior: unos walkie talkies. Todo transcurrió con absoluta normalidad. Carlos se mostró tranquilo en todo momento y ninguna anomalía (salvo la continua subida y bajada de los ascensores) ocurrió durante el tiempo que duró la experiencia.

A continuación, llegaba mi turno. Para ello, escogí pasear lentamente por cada una de las plantas del edificio, coger la cámara de visión nocturna y comentar las sensaciones que iba teniendo en cada uno de los espacios que iba visitando. Debo decir que, al igual que mis compañeros, noté un ambiente de completa paz y serenidad.
SEGUNDA FASE: DEL ESCEPTICISMO A LA CREENCIA
En mi cabeza ya empezaba a girar la idea de que no lograríamos sacar muchas conclusiones en esta búsqueda del misterio. Las anteriores experiencias se habían desarrollado sin ningún sobresalto y eso me hacía pensar que la última parte no iba a ser para menos. Sin embargo, estaba muy equivocado. Muy pronto bajaríamos hacia uno de los lugares más familiares para Carlos donde sí sucedieron fenómenos sin explicación. Se trataba del búnker donde, cuatro años atrás, vio con sus propios ojos, al supuesto fantasma de Xifré. Un lugar angosto y de altas temperaturas donde nuevamente quedaría aislado durante treinta minutos y por supuesto, estaría controlado a través del polígrafo del Dr. Martín Loeches.
Todo estaba listo. Nuestro amigo se quedó prácticamente inmóvil por la gran cantidad de cables que cubrían su cuerpo y dos sensores de movimiento habían sido colocados unos metros antes para asegurarnos de que nadie permanecía dentro. Una vez fuera del búnker, iniciamos la experiencia y Clara, Manuel y yo nos quedamos agazapados al otro lado de la puerta, aguardando cualquier señal o acontecimiento anómalo que notara Carlos. Sin embargo, la espera fue más corta de lo esperado… A los pocos minutos, yo mismo, que estaba mucho más cercano al acceso, me sobresalté:
- Estoy escuchando pasos -comenté en voz alta- Voy a preguntar por el walkie, ¿todo bien Carlos? ¿Te has levantado en algún momento?
-¿Cómo?- contestó él
- Decía que si te has levantado en algún momento…
- No.

- Carlos, ¿te has levantado?
- No, ¿están ustedes aquí dando vueltas?
- No Carlos, nosotros no estamos dentro… ¿has notado algo?
- No.
- Bien, cuando cese el ruido de los volumétricos, continuamos con la experiencia…
Inmediatamente, todos volvimos al silencio inicial. Pero tardó muy poco en desaparecer… A los dos minutos, volví a escuchar nítidamente pequeños pasos a escasos metros de la puerta.
- Oye, es que se oyen pasos…
- A ver, déjame- insistió Manuel- Yo no oigo nada…
- Sí, sí, se oían pasos…
Era muy curioso. Tal cual habían surgido aquellos sonidos, se desvanecieron en pocos segundos. Entonces, no quise insistir más. Era consciente de lo que había oído, pero no quería asustar a nuestro testigo. Por ello, decidimos esperar hasta el final de la experiencia y no mencionarle nada de lo ocurrido.
EL DESENLACE: LA CONFESIÓN
Pasado el tiempo previsto, terminamos el aislamiento y entramos de nuevo al búnker para buscar a Carlos. El pasillo era alargado y en forma de L, por lo que tardamos varios minutos en llegar hasta él. Cuando finalmente lo conseguimos, una nueva sorpresa nos esperaba: Carlos se había echado a llorar desconsoladamente con motivo del miedo que le había producido la prueba.
Carlos: ¡Qué fuerte!
Yo: ¿Te encuentras bien?
Carlos: No…
Yo: Pues ahora despacio te vienes con nosotros y tranquilo… Sobre todo, ten cuidado de levantarte ahora…
Manuel: Bueno, te voy a ir quitando las cosas…
Yo: ¿Qué te pasa?
Carlos (llorando): No sé, tengo una tristeza tremenda…

Reconozco que, en este momento, volví a asustarme. Carlos era un hombre corpulento y siempre había demostrado una envidiable entereza, pero verle en aquel estado trastocó todas mis creencias sobre lo que había pasado.
Ya fuera del búnker, nuestro amigo y yo mantuvimos una pequeña entrevista para conocer, de primera mano, cada una de las sensaciones que había tenido en su interior. Para mi preocupación, me confirmó que estaba asustado porque se había sentido acompañado en todo momento y porque había escuchado pequeños pasos como si alguien estuviera merodeando junto a él, justo en el mismo momento en el que los volumétricos habían saltado.
Ya fuera del búnker, nuestro amigo y yo mantuvimos una pequeña entrevista para conocer, de primera mano, cada una de las sensaciones que había tenido en su interior. Para mi preocupación, me confirmó que estaba asustado porque se había sentido acompañado en todo momento y porque había escuchado pequeños pasos como si alguien estuviera merodeando junto a él, justo en el mismo momento en el que los volumétricos habían saltado.
Imagino que podéis averiguar, nuevamente, la cara de sorpresa que puse al recibir aquella noticia. ¡Tanto Carlos como yo habíamos escuchado, al mismo tiempo y en distintas partes del búnker, esos pasos! Las dudas me asaltan desde entonces, ¿Se trató de una alucinación auditiva compartida? ¿O por el contrario fue tan real que alguien jugó con nosotros? Nunca lo sabremos, pero lo cierto es que aquella tenebrosa noche, estoy seguro que todos estuvimos, una vez más, demasiado cerca del misterio.
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